“TRES CAMELLOS DESPISTADOS”
Allá van con sus anhelos aquellos a quien algunos llaman mentirosos. Aquellos que ni eran Tres, ni Reyes, ni Magos... Aunque yo quiero creer que sí.
Iban
cansados, polvorientos y, lo que es peor, algo desorientados.
A pesar
de su edad y sabiduría se encontraban en tierras alejadas de sus lugares de
origen y eran francamente desconocidas para ellos y sus acompañantes.
Seguían
una luz hermosa y extensa que anulaba las señales que acostumbraban a encontrar
en el cielo. Y hoy, a la oscuridad de la noche se sumaba una masa de nubes como
carbón. El silencio era también especial.
Les
desconcertaba la magnitud de aquella estrella antes desconocida, su enigmático
poder.
Les
intrigaba su procedencia y significado. Sin duda, estaban viviendo un momento
histórico, algo que las generaciones futuras verían con admiración.
Ellos
sentían una gran responsabilidad ya que se creían los encargados de encontrar
sentido y explicación al hecho magnífico que intuían ya muy cerca.
(No
sabían entonces el enorme trabajo que iban a tener cierta noche de enero...)
Todo
esto comentaban convencidos, mientras descansaban, ya quietos, ya saciados y
tranquilos al calor de grandes hogueras.
Algo
más allá sus animales, sus transportes, al fin podían estirar la espalda y
“charlar” sobre las incidencias del viaje y, para alguno de ellos, su
inutilidad.
-¡Qué
lata! Exclamaba el de pelo oscuro.
-Sí
–contestaba otro castaño- ¡Con lo a gusto que estaba yo en el palacio, al
abrigo de esta escarcha húmeda y fría que me cala y constipa.
-Pero
¿Qué decís? Esto es maravilloso. Mirad este mar de dunas que nos rodea,
comentaba el tercero de pelo clarito y descuidado. Mirad sus ondulaciones.
Parecen oleaje oscuro y profundo... y esa línea del horizonte difusa,
misteriosa... inexplicable... y largaaa...
-¡Sí,
cómo un día sin pan!
-Eso,
sin pan, sin paja, sin dátiles, sin “ná”.. ¡Han olvidado ponernos algo de
comida! Así hago dieta que me estoy poniendo “fondón” – comenta el segundo.
Miraron
entonces hacia unos bultos alargados de hombres envueltos y quietos que hacían
unos horribles ruidos.
-¡Roncan
más que nosotros! –exclama el alto y oscuro.
-Como no
nos dejarán dormir...., hablaremos de nuestras cosas...-sigue pensativo el que
siempre habla después.
-¡Pobrecillos,
están tan cansados! No son tan fuertes como nosotros y les faltan dos patas
para poder recorrer el largo camino. Yo, si tuviera que ir tan estirado, no
llegaría ni aquel oasis...
-¡¿OASIS?!
Chillaron los otros dos a la vez.
-¿Qué
oasis?
-Aquel
que se adivina hacia...allá.
-¡Pues
vamos p´allá!? -dijo el más “chuleta”
esperanzado.
-¡Sí
hombre! –dijo el negativo.
-¿Seguro
que.....?-objeta ahora el dudoso.
-¡Vamos, a la aventura! Confirma el entusiasta sacudiéndose con energía renovada colocándose
los vellones de pelo lo mejor que pudo.
Poco a
poco y haciendo el menor ruido posible mordisquearon las cuerdas que les unían
a las estacas del suelo. Amortiguados sus pasos por la blanda arena se
dirigieron hacia el punto del ¿oasis?...
El
andar no fue tan fácil como habían creído. En realidad ni siquiera habían
pensado ni planificado..., ni valorado las dificultades, ni calculado
distancia...Y,... no olían el agua que normalmente detectan a kilómetros...
Subían
y bajaban montones pronunciados como montañas, largos valles y desniveles.
A veces
incluso dejaban de ver aquel punto al que dirigían los pasos....
Como se
aburrían comenzaron a hablar..., que si Messi jugaría el domingo, que... qué
mal están las cosas, que los Zocos habían adelantado las rebajas...
El tema
recurrente del futbol hizo subir la tensión entre ellos. Claro, que siendo uno
del Real Arabia, otro del Racing Egipcio y otro del Balompié Sáhara..., era
lógico.
Al cabo
de un rato, enfurruñados y en fila silenciosa fueron parando en seco uno tras
otro. Chocando morro con trasero exclamaron: ¿Puajj!, ¡AhhJJ!..
Y el
primero, que había clavado las pezuñas en arena: ¡Estamos perdidos!
-Sí,
con estos entrenadores! Dijo el
sombrío..
-¡No
burro!, digo...camello...., que hablo de perdidos-perdidos.
-¿De
los de la jungla de la tribu de tele...? Pregunta el que está más “a por uvas”.
-Que
no, que estamos perdidos de verdad. Hace un rato que no veo la luz del oasis y
me parece que hemos dado más vueltas que un “manco remando”.
-¡Claro,
tanto hablar, discutir y no mirar! Dijo el de siempre.
-Eso
digo yo,-sigue el que va detrás.
-Bueno,
bueno... Pensemos... ¡Ya está, iremos cada uno en una dirección... y andaremos
unos 200 pasos y el primero que lo vuelva a ver: chilla...!
-¡Los
camellos no chillamos!
-Huy,
es verdad- responde el entusiasta- Pues... escupiremos al cielo haciendo mucho ruido
¿¿¿vale???
-¡Hummmmmmm!
Gruñó el dúo aunque uno más bajito que
otro.
Y así
se dispersaron... contando.
Cada
uno contaba pasos a su manera:
-
Uno..., dos..., tres..., el convencido.
- Uno-uno-uno-uno,
dos-dos-dos-dos (uno por cada pata, claro), el de siempre y...
- 200,
199, 198,197... Porque no quería perder de vista a los otros y caminaba de
espaldas...
El que
tuvo la genial idea iba quedándose dormido aunque curiosamente no dejaba de
andar (debe ser una costumbre adquirida por los camellos). Así que cuando se
dio de morros contra “algo” abrió los ojos pero no tenía ni idea de dónde
estaba ni lo lejos que andarían los otros.
No
obstante se puso a escupir como un surtidor haciendo un ruido enorme (y algo “desagradasqueroso”)
que seguro oirían sus compañeros de fatigas.
En esta
tarea estaba cuando oyó:
- ¡SShhhhhhhh!,
calla, calla que me lo despiertas.
Calló,
bajó la cabeza y..., claro, se empapó.
- ¡Aggg,
puag! Exclamó pero bajito. Y sacudiéndose empezó a rodear aquello que, seguro estaba
ya, era una pared.
Una luz
suave y diferente iluminaba su camino y un calorcillo agradable le atraía
directo a la entrada de un establo.
Allí
descubrió unas personas que vestían de forma diferente, no llevaban látigos y
le miraban con una sonrisa sincera y alentadora. Confiado
se acercó despacio para oler un bultillo que se removía entre pajas y mantitas. Una
mano cariñosa separó las telas que lo cubrían y vio...
Vio un
resplandor de dulzura, una mirada de amor inmensa, certeza de Paz eterna en un
recién nacido. Allí
estuvo hipnotizado no supo cuánto tiempo, hasta que parpadeó sorprendido... Y,
sin que sus orejas se movieran ni oyeran, entendió perfectamente: ¿Vienes solo
camellito, no tendrías que haber acompañado a alguien?
- Eh...,
pues sí. Pero es que... Y sin mover un músculo supo que Él lo había entendido
todo.
Estuvieron
charlando un rato sin que nadie a su alrededor comprendiera lo que sucedía.
Cómo se miraban y creaban una burbuja de complicidad. Más
tarde por fin llegaron los otros dos y se amplió aquella conversación sin
sonidos, sólo devoción. De
pronto les preguntó:
- ¿Cómo os llamáis?
Y debió percibir un pequeño vacío en su
corazón porque dijo:
- No os
preocupéis, tenéis un gran valor, seréis portadores de la gran ofrenda de la
historia, del símbolo de la adoración a Dios, de la entrega de la humanidad y
del reconocimiento de mi misión. Por
ello os daré las gracias y... un nombre. Tú que
protestas, adviertes la adversidad... serás CRISIS. Tú que
dudas, actúas con conformidad y sin perder de vista la realidad esperas la
solución serás OPORTUNIDAD. Y tú,
amigo que te ilusionas y animas, que comprendes y encuentras alegría en la
adversidad, que miras a lo lejos, a lo alto para cambiar la situación..., te
llamarás FE. En tí
ahondarán y crecerán en Verdad las generaciones hasta llegar a encontrarme, a
conocerme como tú has hecho y has atraído a los demás.
Recogiendo
en su corazón tres lagrimillas agradecidas les recordó:
-Y
ahora, sin tardar, volved a vuestro campamento y sin rodeos acompañad a unos
viajeros entusiastas. Que ya es hora de que cumplan su Gran Misión.
Miró al
cielo ensombrecido de espesas nubes y despejó totalmente la oscuridad como un
amanecer temprano.
La
estrella Super-Nova se detuvo más brillante que nunca sobre aquel portal y los
camellos supieron lo que debían hacer en ese momento y cada día de su milenaria
vida.
FIN (¿O no? Depende de ti)
Y así
es la historia (o pudo ser ¿por qué no?) que hasta hoy nos llega .
Desborda
cada año con su Energía, Mensaje y cómo
nos reflejamos en sus personajes.
Siempre ha habido
CRISIS, siempre solución esperanzadora si ves en ella una OPORTUNIDAD guiada
por la FE.
ROSA MARÍA ESCUDERO
GARCÍA
¡FELIZ NAVIDAD!
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