Rubén Darío - Imagen de Internet
RUBÉN DARÍO
CUENTO PARA
MARGARITA
Margarita, está
linda la mar,
y el viento
lleva esencia
sutil de azahar;
yo siento
en el alma una
alondra cantar:
tu acento.
Margarita, te
voy a contar
un cuento.
Este era un rey
que tenía
un palacio de
diamantes,
una tienda hecha
del día
y un rebaño de
elefantes,
un kiosco de
malaquita,
un gran manto de
tisú,
y una gentil
princesita,
tan bonita,
Margarita,
tan bonita como
tú.
Una tarde la
princesa
vio una estrella
aparecer;
la princesa era
traviesa
y la quiso ir a
coger.
La quería para
hacerla
decorar un
prendedor,
con un verso y
una perla,
y una pluma y
una flor.
Las princesas
primorosas
se parecen mucho
a ti:
cortan lirios,
cortan rosas,
cortan astros.
Son así.
Pues se fue la
niña bella,
bajo el cielo y
sobre el mar,
a cortar la
blanca estrella
que la hacía
suspirar.
Y siguió camino
arriba,
por la luna y
más allá;
mas lo malo es
que ella iba
sin permiso del
papá.
Cuando estuvo ya
de vuelta
de los parques
del Señor,
se miraba toda
envuelta
en un dulce
resplandor.
Y el rey dijo:
«¿Qué te has hecho?
Te he buscado y
no te hallé;
¿y qué tienes en
el pecho,
que encendido se
te ve?»
La princesa no
mentía.
Y así, dijo la
verdad:
«Fui a cortar la
estrella mía
a la azul
inmensidad».
Y el rey clama:
«¿No te he dicho
que el azul no
hay que tocar?
¡Qué locura!
¡Qué capricho!
El Señor se va a
enojar».
Y dice ella: «No
hubo intento:
yo me fui no sé
por qué
por las olas y
en el viento
fui a la
estrella y la corté».
Y el papá dice
enojado:
«Un castigo has
de tener:
vuelve al cielo,
y lo robado
vas ahora a
devolver».
La princesa se
entristece
por su dulce
flor de luz,
cuando entonces
aparece
sonriendo el
Buen Jesús.
Y así dice: «En
mis campiñas
esa rosa le
ofrecí:
son mis flores
de las niñas
que al soñar
piensan en mi».
Viste el rey
ropas brillantes,
y luego hace
desfilar
cuatrocientos
elefantes
a la orilla de
la mar.
La princesita
está bella,
pues ya tiene el
prendedor
en que lucen,
con la estrella,
verso, perla,
pluma y flor.
Margarita, está
linda la mar,
y el viento
lleva esencia
sutil de azahar:
tu aliento.
Ya que lejos de
mi vas a estar,
guarda, niña, un
gentil pensamiento
al que un día te
quiso contar
un cuento.
---o0o---
SONATINA
La princesa está
triste... ¿qué tendrá la princesa?
Los suspiros se
escapan de su boca de fresa,
que ha perdido
la risa, que ha perdido el color.
La princesa está
pálida en su silla de oro,
está mudo el
teclado de su clave sonoro,
y en un vaso,
olvidada, se desmaya una flor.
El jardín puebla
el triunfo de los pavos reales.
Parlanchina, la
dueña dice cosas banales,
y vestido de
rojo piruetea el bufón.
La princesa no
ríe, la princesa no siente;
la princesa
persigue por el cielo de Oriente
la libélula vaga
de una vaga ilusión.
¿Piensa, acaso,
en el príncipe de Golconda o de China,
o en el que ha
detenido su carroza argentina
para ver de sus
ojos la dulzura de luz?
¿O en el rey de
las islas de las rosas fragantes,
o en el que es
soberano de los claros diamantes,
o en el dueño
orgulloso de las perlas de Ormuz?
¡Ay!, la pobre
princesa de la boca de rosa
quiere ser
golondrina, quiere ser mariposa,
tener alas
ligeras, bajo el cielo volar;
ir al sol por la
escala luminosa de un rayo,
saludar a los
lirios con los versos de mayo
o perderse en el
viento sobre el trueno del mar.
Ya no quiere el
palacio, ni la rueca de plata,
ni el halcón
encantado, ni el bufón escarlata,
ni los cisnes
unánimes en el lago de azur.
Y están tristes
las flores por la flor de la corte,
los jazmines de
Oriente, los nelumbos del Norte,
de Occidente las
dalias y las rosas del Sur.
¡Pobrecita
princesa de los ojos azules!
Está presa en
sus oros, está presa en sus tules,
en la jaula de
mármol del palacio real;
el palacio soberbio
que vigilan los guardas,
que custodian
cien negros con sus cien alabardas,
un lebrel que no
duerme y un dragón colosal.
¡Oh, quién fuera
hipsipila que dejó la crisálida!
(La princesa
está triste, la princesa está pálida)
¡Oh visión
adorada de oro, rosa y marfil!
¡Quién volara a
la tierra donde un príncipe existe,
—la princesa
está pálida, la princesa está triste—,
más brillante
que el alba, más hermoso que abril!
—«Calla, calla,
princesa —dice el hada madrina—;
en caballo, con
alas, hacia acá se encamina,
en el cinto la
espada y en la mano el azor,
el feliz
caballero que te adora sin verte,
y que llega de
lejos, vencedor de la Muerte,
a encenderte los
labios con un beso de amor».
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Nota.- El programa de radio se puede escuchar en Ivoox. Situado en el lado izquierdo del blog (derecho de quienes lo leéis) se encuentra el enlace a la página en la que están almacenados todos los audios.
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