Diario "La República" - Uruguay
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“Realidad y apología”
Publicado el Domingo 5 junio de 2016, 6:00am
“Todos somos héroes por el solo hecho de
estar vivos.”
Adolfo Bioy Casares
Puesto que la bestialidad, la exclusión,
el asesinato, la explotación, la difamación y la mentira, se asimilaron a la
‘vida’ en relación de la humanidad, la incertidumbre, se ha convertido en
rutina del hombre en este milenio.
La historia se nos escapa, somos parias,
en un planeta, donde la brutalidad es norma, abandonados a nuestra suerte, por
ineptos gobernantes, de derechas como de izquierdas fraguadas, los cuales, son
presentados y publicitados, a repetición, por las corporaciones económico
mediáticas de información, como mesías redentores… siendo, estos gobernantes,
meros estafadores, mentirosos, ladrones, corruptos y ajenos al sentir y pensar
de los pueblos.
Estamos viviendo bajo un régimen de
dictadura de clase, de un poder de clase que se impone desde la violencia,
incluso cuando los instrumentos de esta violencia son institucionales y
constitucionales.
Vivimos en un estadio donde la democracia
ha tomado perfiles muy difusos, si por democracia entendemos el ejercicio
efectivo del poder por parte de un pueblo que está dividido y ordenado, a
presión, jerárquicamente en clases, es claro que permanecemos en un estadio,
muy diferente a la acepción original de una democracia.
Este año 2016, ha devenido en un año de
miles protestas en todo el mundo… protestas y protestas, con razón y
sentimiento de indignación y hartazgo por la injusticia imperante, instalada
por todos los gobiernos, que parecen no mantener los principios de solidaridad,
igualdad y fraternidad, en paz para sus comunidades… hablo en estas líneas de
la paz que sobrepasa todo entendimiento. No hay otra. La paz está concebida en
principios de cese de hostilidades, de treguas, de pausas… la paz a la que me
refiero no exige condiciones, ni mediadores, ni requiere de garantías… es
simplemente… si es victoriosa, una victoria que descansa en el renunciamiento
voluntario.
Los gobiernos se han olvidado que han
sido elegidos por sus pueblos, al menos es lo que parece y no por los banqueros
o las corporaciones élite de los negociados y las estafas. O no es así?…
entonces bienvenidas las protestas y las marchas en contra de la injusticia y
de los mercaderes que alientan el turismo sexual, de drogas, armamentos,
guerras y demás basura, que bestializan a la humanidad, cada día más
esclavizada en el consumo impuesto, por el bombardeo mediático permanente, de
cualquier cosa. Así pasan los días y las horas se convierten en asuntos
negociables, todo tiene valor en moneda. El mercantilismo impuso su substancia,
ante el amparo de la ley, cual contragolpe constitutivo de discontinuidad al
denominado orden vigente.
Desde hace un tiempo, se convirtió en
rutina ver cómo se judicializa todo lo que atente a la impunidad de los
gobernantes corruptos y sus socios, la incertidumbre crece, la impostura se
enriquece.
De todos modos transitamos este 2016 y
tomando como referencia los años transcurridos de este tercer milenio muy
definitivo, en los fines impuestos por los poderes imperiales, a una degradada
humanidad, anestesiada, paralizada y en estado de pánico, ante el potente
devenir de una apologizada realidad, ya anunciada, desde la literatura, la
filosofía, incluso el cine, a modo de una ficción que se ha cristalizado y se
ha instalado en este planeta, en una subyacente existencia de un colonialismo,
en el que una parte del todo, se disuelve sin solución.
No importa que este colonialismo
milenario, hable de integración, ya que integración significa de hecho, la
renuncia lo diferencial, en bien de una unidad inexistente, de un acuerdo jamás
pautado ni pactado, en fin, de imponer la simulación de un simulacro, como
forma de vida, excluidos los pueblos, de sus tradiciones, de sus raíces, de su
historia.
¿Cuánto puede durar este momento de incertidumbre, de desasosiego?, donde todos los peligros de la historia de las civilizaciones, acechan en los flancos, en el frente y por detrás también: la intolerancia, el fanatismo, el racismo en el tener y no en el ser, pues dicen los mercaderes, que el neoliberalismo, resolverá, las colosales dificultades económicas, de los hambreados, de los sin techo, de los millones que sobreviven, por oficio, con amor profundo a la tierra y a la vida… con dignidad bien asimilada, de saberse habitantes de esta tierra… ser decentes pareciera ser un castigo, vaya!… pero somos demasiado humanos, para dejarnos llevar por la embestida.
¿Cuánto puede durar este momento de incertidumbre, de desasosiego?, donde todos los peligros de la historia de las civilizaciones, acechan en los flancos, en el frente y por detrás también: la intolerancia, el fanatismo, el racismo en el tener y no en el ser, pues dicen los mercaderes, que el neoliberalismo, resolverá, las colosales dificultades económicas, de los hambreados, de los sin techo, de los millones que sobreviven, por oficio, con amor profundo a la tierra y a la vida… con dignidad bien asimilada, de saberse habitantes de esta tierra… ser decentes pareciera ser un castigo, vaya!… pero somos demasiado humanos, para dejarnos llevar por la embestida.
Como el enigma del oráculo, el
metalenguaje en este milenio de las grandes muertes, colapsa aquello que
sugiere, disuelve lo que toca, no responde a la razón y a la mesura, sino a la
locura y la agonía, en la que se debate una humanidad, que asesina ideas e
ideales y a los hombres y mujeres, que se autodetermina por y para sí, sin la
rigidez de límite, ni la urgencia de una ruptura. El hombre que tal vez, puede
hacernos vivir una historia consagrada en naturalidad y espontaneidad, en un
lazo común fundacional.
Eduardo Sanguinetti, filósofo rioplatense
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