Salomé Moltó Moltó, colaboradora de esta revista, publicó en el blog de ASOLAPO-Argentina el siguiente artículo:
GUERRAS, LAS DE AYER, LAS DE HOY, LAS DE SIEMPRE
por SALOMÉ MOLTÓ MOLTÓ
Imagen de: sociedad.elpais.com
Las imágenes que nos transmitió la tele, hace unos años, sobre las
vejaciones monstruosas que los soldados americanos infligían a los iraquíes,
golpearon nuestra sensibilidad y pensamos que la de toda persona bien nacida.
Lo que dudamos es, de saber cuánta gente no debe haber nacido normal o la educación
recibida la ha transformado al punto de convertirla en un ser avieso.
Observando la cara de la soldado que se mofaban del montón de iraquíes,
desnudos y humillados, dejó un inolvidable recuerdo de aversión no
comprendíamos que un rostro aparentemente tan normal pudiese esconder un ser
tan horrendo. Luego dicen siempre, que la responsabilidad es del grado superior
que es quien manda y ordena lo que hay que hacer Esa ya fue la monserga que
esgrimieron los acusados nazis en el juicio de Núremberg, voluntarios para
ejercer la represión y esquivos para aceptar cualquier responsabilidad.
Si la dinámica de
toda guerra es la humillación, la represión y la muerte del vencido y muy a
menudo las víctimas de hoy, se convierten en los victimarios de mañana, como
ocurre hoy en Palestina, no podemos por menos de hacernos varias preguntas ¿Es
el hombre bueno o malo? ¿Tiene éste conciencia del bien y del mal? ¿Se tiene
una idea cabal de lo que es el bien y el mal?
El filósofo británico Hobbes, en
el siglo XVII, ya apuntó con su Leviatán, la maldad natural de hombre y la
necesidad de un unas leyes sociales que restringieran su agresividad, Rousseau,
el filósofo suizo al contrario, pensaba que el hombre nace bueno y que es la
sociedad quien lo corrompe.
La vida es mucho más compleja que
estos dos conceptos, por muy profundos y exactos que nos parezcan. Importantes
en el momento que surgieron, vigentes al día de hoy, pero insuficientes para
comprender el marasmo de una sociedad como la que vivimos y sufrimos Muchas
opiniones apuntan a que el hombre goza de libre albedrío, de unos derechos
universales aceptados por todos los países y que si delinque, si desvía su
conducta del “recto proceder”, es por voluntad propia y hay que aplicarle
sanciones contundentes. A parte de no
saber con exactitud que es “el recto proceder”, como se nos apunta, pues
deducimos con la expresión una carga de intereses partidistas, por no decir
inconfesables, la demagogia barata ha despertado siempre, nuestros resortes escépticos.
Si cada hora tiene
su afán, cada época sus problemas, sus trampas, sus inquietudes y sus guerras,
y en el fondo el loable intento de hacer del hombre un ser libre y esas guerras
son el ejemplo fehaciente de que no lo conseguimos. No hemos llegado a eliminar
la esclavitud, la hemos puesto en nómina.
¿Tiene el hombre necesidad de someterse a una autoridad política,
religiosa o económica? ¿Qué busca el hombre que se somete? ¿Protección? ¿La
consigue o a sus propios errores añade
los del mando?
Con su voluntad
propia, el ser humano tiene dos puntos de apoyo: la razón y la ciencia y su
orientación más sublime el Amor universal, sólo falta que lo comprenda y se
decida a emprender el camino. Estamos convencidos de que las guerras,
empezarían su declive.
©SALOMÉ MOLTÓ, poeta y escritora española
MIEMBRO HONORÍFICO DE ASOLAPO ARGENTINA
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