EDUARDO SANGUINETTI - OPINIÓN
Exilio del amor
Oct
2, 2016 |
Por: Eduardo
Sanguinetti, Filósofo
La
Historia Oficial es represiva, nos prohíbe ser inactuales, bajo pena de ser
eliminados del relato fabulado de la misma… en el espacio de este relato, el
amor y el sentimiento amoroso fueron excluidos. En el sistema neoliberal, no
son moda, no marcan tendencias, pareciera ser que son irrecuperables. Han caído
fuera del tiempo “interesante”, carecen de sentido histórico, crean polémica y
han sido remitidos al espacio de lo obsceno.
La
vida amorosa y la trama de sus incidentes, son hoy de una increíble futilidad para
quienes ostentan el poder y sus súbditos. Han marginado el amor al territorio
de lo “inexpresable” y del “silencio”. Creo y he creído siempre, que la
renuncia al amor se base o no en un pretexto de tipo ideológico, es uno de los
grandes crímenes que en el curso de su vida pueda cometer un hombre dotado de
todos sus elementos constitutivos: sensibilidad, instinto y sabiduría, cuidando
de sí, en el espacio que nos ofrece la radicalidad del amor.
Si
existe “algo” que parecía haber escapado hasta hace unos años a todo intento de
reducción, haber resistido a los más grandes dictadores de tendencias y
pesimistas, este “algo” era el amor: único sentimiento que puede reconciliar a
cualquier ser, temporalmente o no, con la idea de la vida y su sentido.
El
discurso del amor pareciera hoy estar divorciado de la existencia de los
pueblos, exiliado e instalado en un espacio de soledad extrema, en un Gulag
metafórico. Un discurso despreciado a veces, ignorado otras, sin práctica en
las nuevas generaciones abandonadas a relaciones sistemáticas de alienación en
un consumismo extremo, cual norma y regla de existencia.
El
amor está asfixiado por la profusión de pornografía reinante. “La sexualidad se
desvanece en la sublimación, la represión se desvanece con mucha mayor seguridad
en lo más sexual que el sexo: el porno. Las cosas se desvanecen en lo más
visible que lo visible: la obscenidad”, decía el comunicador y filósofo francés
Jean Baudrillard, con quien coincido y sumo a otros asesinos del amor: la
publicidad a repetición hasta alcanzar el vértigo, donde los cuerpos, cual
objetos de consumo se nutren de obesidad y simulada obsesión de placer no
consumado, liberado del afecto que transmiten los estados de deseo y la
sensibilidad del instante, que requieren las prácticas del amor. El excesivo
consumo de las promociones mediáticas, en plan sistemático de degradación de
seres, deviene en que hablar sobre el amor adquiera un carácter subversivo para
quienes lo sentimos y cristalizamos como acto de vida.
Hoy,
la libertad individual se encuentra restringida y acotada en sus prácticas
sexuales, con la integración del sexo espectáculo, virtual y sus operaciones
digitales. La sociedad articuló nuevas maneras de controlar al individuo,
mediante la producción de “máquinas de follar”, es decir individuos que siguen
las tendencias de una aparente liberación sexual, pero sin los “Principios del
placer”, indispensables para una plena sexualidad.
Un
simulado erotismo y sus vertientes en versión virtualizada, subyace y reinan en
el relato pormenorizado de la actualidad pornográfica. Los/as,
protagonistas-estrellas del nuevo mundo de la “cultura del virtual siliconado”,
asimilados/as a una farándula que dicta y rige. Súper star del porno virtual,
se legitiman con solo estar y posar, relatando sus tránsitos, y experiencias
vividas en lenguaje procaz. Cumplen así, los rituales de esta novísima
tradición del hoy, devenida en “literatura metamorfoseada de la aldea global”.
Estas
tendencias represivas y regresivas acompañan la creación de una comunidad, ya
en acto, bajo una administración absoluta del hombre, y las alteraciones
simultáneas del modo de trabajar, comprar, vender, transitar y follar, socavan
los fundamentos de la vida en libertad. A la palabra amor, deseo humildemente
restituirle su sentido de vinculación total a un ser humano, fundada en el
ineludible reconocimiento de la verdad, de ¡nuestra verdad! en un “alma y en un
cuerpo”, que son el alma y el cuerpo de aquel ser al que amamos.
Al
amor, que una inmensa mayoría de fanatizados, amargados impotentes, se han
complacido en infligirle todo tipo de generalizaciones: amor filial, amor
divino, amor a la patria, etc., para ocultar su incapacidad de amar. El hombre
goza aún de un mínimo de libertad para creer en su libertad. Algunos hombres somos
dueños de nosotros, aún. Tan solo de nosotros depende elevarnos más allá de la
cotidianeidad y del pasajero sentimiento de “cosa archivada”. Pues entonces,
despreciando todas las prohibiciones, sirvámonos de la vengadora arma del
sentimiento, contra la bestialidad de todos los sujetos-objetos… y amemos.
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Universo
de la web
Por
Eduardo Sanguinetti, Filósofo y
poeta argentino
Octubre,
1 - 2016
Infinidad
de ciudadanos de las más diversas latitudes, desde las redes sociales,
denuncian el espionaje y el control ejercidos por el Estado, pero sin embargo
son muy pocos los ciudadanos que critican la vigilancia ejercida por las
empresas privadas. Y no dudo que es tan peligrosa esta como la de los estados,
pues ya no cabe duda de que no hay diferencia entre el Estado y las grandes
empresas o corporaciones. Están unidos por los mismos intereses de poder y
sojuzgamiento de los pueblos.
No
podemos dejar de lado el simulado aspecto ideológico. Por un lado tenemos a las
denominadas izquierdas ultraliberales en sus políticas económicas, gobernando
casi toda Suramérica, con la anuencia de Estados Unidos, sin lugar a dudas. Por
el otro, tenemos la parte más libertaria de los partidos tradicionales, que
dicen, cual rutina, que sólo el gobierno es el problema. Sin embargo, el sector
privado es quien dirige, en gran parte, al gobierno, algunas mega-empresas,
como por ejemplo Monsanto, Wall Mart, Cargill o Facebook, están dirigiendo los
servicios centrales del Estado incluso en Norteamérica… Son mega empresas
privadas que tienen una cifra de negocios anual superior al PBI de Ecuador o de
muchos otros Estados.
Podemos
decir, sin ser hábiles expertos, que detrás del espectáculo de la democracia,
lo que está instalado, en realidad, es un poderoso deseo de control al pueblo.
Noam Chomsky avizoró el porvenir, que es hoy, cuando dijo: “Los medios de
comunicación son a la democracia lo que la propaganda es a la dictadura”.
La
innegable revolución de las comunicaciones, a través de la Web, ha conectado a
todas las naciones y a todos los servicios de inteligencia del planeta.
Significa que los grupo dominantes multiplican su poder gracias a Internet.
Pero por otro lado, este proceso, esta misma revolución de la Web, que ha
transformado la historia y la relación, ha permitido a millones de personas
intercambiar conocimientos y datos alrededor de la Tierra. Mediante la
transferencia lateral de la información y de datos, permitiéndonos informarnos
y comprender cómo funciona el mundo.
Insisto,
esa transferencia lateral de información ha aumentado el conocimiento y, por lo
tanto, el poder de millones de personas que en los últimos años han recibido la
mayor educación política que haya habido nunca.
El
universo de la Web consiguió poner fin a la asimetría de la información, desde
siempre manipulada por las corporaciones económico mediáticas que nos
construyen la realidad, sin olvidarnos de que todo grupo mediático que tiene
influencia y que la ha ejercido durante muchos años ya no es capaz de dar
información de forma honesta. Hoy existen medios alternativos de comunicación,
donde los más capacitados e informados escriben, siendo más creíble su
información que los que lanzan las grandes empresas mediáticas y el Estado.
No
es excesivo meditar y decir que el movimiento de Indignados y las marchas de
las nuevas generaciones que se produjeron en las más diversas naciones,
convirtió a las redes sociales en un espacio de encuentro, intercambiando
conocimiento, datos, valores y aspiraciones, para ir por un mundo por y para
todos.
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